
Si se trata de conglomerados humanos, la excelencia, decencia o mediocridad se mide por los resultados. En el caso de la educación, la muy baja calidad de nuestro país testimonia con elocuencia la pobre capacidad del maestro que es el protagonista de esta actividad. Afirmar que todo maestro, por el hecho de desempeñar estas funciones, es mediocre sería temerario, lo real es que los que entrarían en el rango de excelentes y medios son una minoría. Si las cosas no andan bien, deber de quienes tienen a su cargo el mejoramiento colectivo es tomar medidas para superar los problemas y, en el caso de la educación, hay que comenzar con el principal responsable de la misma: el maestro.
El mero hecho de que haya un grupo que se oponga a ser evaluado, es una clara muestra de mediocridad. Quien no tiene esta condición no tiene porqué temer. La organización sindical del magisterio, marioneta de una secta fundamentalista de extrema izquierda, ha demostrado fuerza y poder a base de defender a los mediocres, que lamentablemente son la mayoría. Lo más cómodo es seguir como se está sin tener que esforzarse para mejorar ya que lo que cuenta, para este tipo de gente, es cobrar el sueldo con el menor esfuerzo posible. Los daños que esta organización y sus manipuladores ha hecho al país son imponderables al haber elevado a categoría de “derecho” la mediocridad y la desidia para mal de los ecuatorianos del futuro.
Fuente: El Mercurio
Se escucha: The Classic Project 3 (la parte de Juanes/Nelly Furtado - Fotografía)
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